La vida que la mayoría de personas vive está llena de trampas mentales. Una de las principales trampas es el miedo. En gran medida sentimos miedo a cosas, situaciones o experiencias que no están sucediendo en el mismo momento que se siente esta emoción. Es decir, que la mayoría de las veces se siente miedo (o rabia o cualquier otra emoción) por anticipar una situación (proyección al futuro), o por pensar en una situación del pasado no resuelta. Esto es, que aquí y ahora se tiene una emoción o un sentimiento por algo que no está existiendo ni aquí ni ahora.
Las personas atentas responderán algo así como «claro, si lo imagino y lo pienso, entonces lo siento y lo noto». Aquí radica la clave del sufrimiento, la angustia y la ansiedad permanente ( y de muchos malos entendidos y discusiones): cuando el pensar e imaginar situaciones determinadas nos desconecta del momento presente, nos suele llevar a vivir situaciones poco agradables. Si el miedo a «algo» nos paraliza y dejamos de actuar temiendo algo horrible que pueda suceder, difícilmente podemos avanzar.
Por ello, a menudo recomiendo, en algunas situaciones que quedan bloqueadas por emociones como el miedo, usar el método científico básico: plantear una hipótesis y realizar pruebas para refutarla (demostrar que es falsa).
Planteo esta reflexión tras la experiencia que me relató un conocido. Este chico llevaba 4 meses saliendo con su novia. Al estar al inicio de la relación, la prudencia y falta de confianza estaban a la orden del día.
El tema es que a la novia la operaron de un brazo y pasó una semana convaleciente en casa. El chico pensó que, para ayudar a calmar el dolor y pasar un rato divertido, cocinaría un bizcocho de marihuana para, el fin de semana, compartirlo con la novia. Pero entonces surgieron las dudas: ¿Le hará gracia la propuesta?, ¿Pensará que soy un drogadicto? , ¿Cómo reaccionará ante tal oferta?, ¿Cómo reaccionaré yo según la reacción que ella haga?, ¿ le hará efecto? ¿Le sentará bien?
Había cocinado un viernes por la tarde un bizcocho de marihuana para calmar el dolor de su pareja y pasar un buen rato juntos, y se pasó casi todo fin de semana angustiado, ansioso y preocupado por la supuesta respuesta de su pareja. En vez de preguntar, se interrumpía el deseo pensando.
Para las personas con tendencia al bloqueo, este tipo de reacción mental (o rayada mental) es muy habitual. El motivo es lo de menos (puede ser el bizcocho de marihuana, alguna experiencia del pasado de dudosa ética, prácticas sexuales que rompan la rutina, o cualquier otro asunto que genere inseguridad o vergüenza de ser planteada).
En el caso planteado, el miedo y la anticipación de un supuesto futuro que él no podía controlar, convirtieron al buen bizcocho en un mal rollo. He aquí la paradoja.
Por eso es necesaria, en muchas situaciones cotidianas, la actitud que se toma con el método científico: plantear una hipótesis y probar de refutarla. Es una forma práctica de salir de círculos neuróticos. En este caso, la simple pregunta de «¿Has probado alguna vez la marihuana? o ¿Qué te parecería si cocino un bizcocho analgésico? habría permitido al cocinero conocer el punto de vista de su novia y valorar la conveniencia de ir a comprar los ingredientes. Ahora bien, si esto fuese tan fácil todo el mundo lo haría (y los psicólogos tendríamos menos trabajo).
Qué lo impide? Depende de cada persona en particular; prefiero no entrar en generalismos. En este caso, el miedo al rechazo, el miedo a dar una mala imagen y el miedo a ser juzgado, entre otros, impedía plantear una cuestión básica en el entendimiento de dos personas.
Así pues, la clave para romper los círculos viciosos está, no tanto en saber qué se tiene que hacer, sino en darse cuenta de qué no lo permite hacer (¿qué me impide preguntarle esto o aquello?). A fin de cuentas, vale la pena pararse un momento y darse cuenta de qué produce más tranquilidad: saber la verdad y actuar conscientemente a partir de ella, o darle vueltas mentales y emocionales a situaciones que podrían pasar pero son simples «y si» sin comprobar.
La receta para disfrutar del bizcocho, del tipo que sea, pasa, entonces, por vivir el presente, satisfacer nuestras necesidades (incluso las mentales) teniendo en cuenta la de los demás, y preguntar, preguntar y preguntar para vivir desde la verdad. ¡Buen provecho!
© Xavier Oñate Pujol 2014